
Envío esta carta porque el destino no me permitió acudir a despedir a David y tampoco a Ud., por lo que mi pesar es aún más grande, puesto que despedirse de una persona a quien hemos tenido presente siempre, cierra un circulo de duelo, así pues, en mí y en mi familia, ese círculo de duelo no se cerrará por un largo tiempo.
Hoy, afloran mis recuerdos desde la niñez, cuando me quedaba un rato en la esquina de la vereda contraria a su casa, disfrutando esas magníficas melodías que ponía a un buen volumen para educar nuestro gusto musical. En aquel entonces, solo lo conocía de vista. Un día, ya en la universidad, descubrí en uno de los libros de mis sobrinos, sus poemas, tuve entonces el gusto de darme cuenta, que conocía al autor de esos poemas, deduje entonces que era uno de los grandes y allí nació mi admiración y respeto por Ud.
Ya como docente pudimos conversar, escuchar “Butaca en el Aire” a través del Programa del Profesor Rómulo Pajuelo y a renovar mi admiración por su manejo de la palabra, de la pluma, del verbo. Y Ud. Siempre, tan sencillo, tan real, tan presente.
La primera vez que tuve un poemario suyo en mis manos fue “Quiosco de baratijas”, desde el título me pareció extraordinario. Llegó el día en el que nos juntamos con Ud. Shusha Caballero Ramírez, Milton Santa María, Vicky Velásquez, David Obregón Augusto Cabana, para hacer la revista “Quiosco de Retretas”, Ud. Le puso el nombre y nos dio la denominación de Grupo Cultural “Wantuy Minka”.

Una etapa de la cual estaré siempre agradecida, con Ud. Y los amigos, así como los colaboradores. Pasamos veladas de conversación y anécdotas inolvidables. Pudimos compartir las letras, el papel, la pluma y el micrófono también.
El año pasado le pedí un artículo acerca de mi Tío Luis Espinoza y Ud. Siempre generoso, aceptó. No he podido cumplir con la fecha que le di para su publicación. Pero ya está en el ciberespacio, hace dos semanas, la revista Atun Huaylas, donde ira ese artículo que agradezco como un legado para mi familia.
Profesor Román, no será esta mi mejor redacción, pero creo que una vez más, en estos años, Caraz pierde a una figura que nunca quiso ser figura. Pierde a un ser humano sensible y entrañable, excepcional poeta y amigo.
Buen viaje maestro, un saludo a Duvi y un abrazo cordial en otra dimensión. No me despido, vivirán en nuestra memoria, nos queda la tarea de difundirlo.
Ada Oliveros, familia Wegner y Espinoza.